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Hoy no vamos a escribir sobre máquinas. O tal vez sí. Pero no vamos a escribir sobre modelos y marcas. Hoy vamos a contar una historia de un modelo de persona. Más en concreto de un hombre: Luis Riveiro, vecino de Valdetorres de Jarama, un municipio de la sierra de Madrid. Un vecino que, cuando llegaron los malos tiempos, y nunca mejor dicho, se puso los guantes y salió a echar una mano.
Como anunciaban las previsiones, Filomena llegó el viernes por la tarde a Madrid cubriendo todo de nieve a su paso. Yo que vivo en una urbanización a las afueras de Valdetorres, me encontré con un paisaje más típico de Suecia que de aquí. Suerte que cayó en fin de semana y pudimos disfrutarlo. Sacamos nuestras botas de montaña y nuestros guantes y nos dedicamos a hacer muñecos de nieve. Pero al llegar la noche del domingo empezamos a darnos cuenta de que salir a trabajar el lunes podía ser una misión imposible con los coches rodeados de nieve que muy pronto se convertiría en hielo. De modo que algunos sacamos nuestras palas y empezamos a quitar el metro de nieve que se había acumulado en nuestras puertas.
En ello estaba yo, cuando pasó a mi lado una pequeña minicargadora Bobcat que venía de despejar la nieve de algunas de las calles colindantes. El conductor Luis, al verme pala en mano detuvo su máquina y me ofreció ayuda. No estaba segura de que pudiera meter su máquina en ese pequeño espacio, ya que tenía un coche rodeado de nieve a cada lado de la puerta. Sin embargo, Luis ni lo pensó. Hizo una rápida maniobra y metió allí su pequeña Bobcat. En menos de un minuto había abierto un paso limpio a mi casa y despejado el camino para sacar el coche.
Me había ahorrado por lo menos un par de horas de palear la nieve. Apenas tuve tiempo de darle las gracias, pero me quedé pensando en aquel vecino que después de estar empujando y trasladando nieve todo el día, se detenía a ayudarme en lugar de salir corriendo a casa a descansar. Al cabo de un rato vi que detenía su máquina más adelante e imaginé que se había parado a ayudar a otro vecino. De modo que decidí acercarme a hablar con él.
Y esta es su historia…
La noche del viernes en medio del temporal de nieve y viento, Luis tuvo que llevar a su padre al hospital. Luis es el propietario de la empresa “Contenedores Riveiro”, por eso en lugar de macetas y carretillas en la entrada de su casa, él tiene un camión, un todoterreno y una minicargadora de Bobcat. Suerte que tenía el todoterreno y pudo llevar a su padre a urgencias en medio del temporal.
Sin embargo, cuando el sábado se levantó y vio la calle llena de nieve pensó en que si alguno de sus vecinos tuviera una urgencia no podría llegar a la carretera. Así que ni corto ni perezoso, cogió su mini Bobcat del año 2002 y se dedicó a abrir un paso entre la nieve por donde los coches pudieran circular. Cuando llegó la noche, toda la calle era transitable, pero ninguno de nosotros supimos que había sido Luis quien, voluntariamente, había dedicado su día a esta labor.
Al día siguiente, el ayuntamiento pidió la colaboración de Luis y de otros vecinos que también tenían máquinas para echar una mano con las labores de “quitanieves”. Pasaron todo el día del domingo y el lunes despejando las calles del pueblo y sobretodo abriendo accesos en residencias y en aquellos lugares donde pudiera hacer falta el paso de una ambulancia.
Hoy es martes, en Madrid capital las máquinas siguen limpiando las calles, pero aquí en Valdetorres de Jarama las calles están limpias y la carretera despejada. Y no puedo evitar pensar que hoy podemos circular tranquilamente gracias a Luis y a su minicargadora Bobcat. Una máquina con casi 20 años, que fue capaz de enfrentarse a la mismísima Filomena y su metro de nieve. Y lo hizo con una ligereza y una eficiencia tales que hasta yo pensé que debería tener en casa una de estas máquinas por si el año que viene Filomena volviese a pasar por aquí.
Y eso me hace pensar también en la cantidad de veces que hemos podido escribir sobre las mini de Bobcat y sus bondades como máquina, entre las que están su resistencia, facilidad de conducción, maniobrabilidad, ligereza…Sin embargo es ahora cuando me doy cuenta del beneficio humano. De su capacidad para sacarnos de un apuro y de su enorme resistencia. Y si una pequeña máquina con 20 años a sus espaldas es capaz de todo esto habrá que agradecérselo también a las marcas por hacer tan bien su trabajo. Y si en algún momento habíais pensado compraros una mini de Bobcat, esta es sin duda la mejor prueba de que la inversión merece la pena, ahora y dentro de 20 años.
Y así termina esta historia. Sé que esta no es una historia de película, pero es la historia de un héroe. De uno de tantos. Porque son muchos los que como él han sacado sus máquinas para echar una mano a la población. Ya ocurrió en la primera ola de la pandemia y vuelve a ocurrir ahora. En este momento en que tanto se habla de la falta de prudencia y solidaridad con la Covid, hacen falta historias como la de Luis que nos hagan pensar que la humanidad merece la pena.
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